

-PADRE-

TOMAS ITURRIAGA PLAZA
Ordenación como Sacerdote

El Señor es mi pastor, nada me falta:

En verdes praderas me hace recostar

Monseñor García Laiguera

Me conduces hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas

Me guia por el sendero justo por el honor de su nombre

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque tu vas conmigo

Tu vara y tu cayado me sociega

Sacerdotes que me acompañaron y me impusieron las manos: Jose María Lasierra, Tomás Iturriaga (Claretiano), Segundo Iparraguirre, Joaquin Múzquiz (Jesuíta y director de las Congregaciones Marianas donde yo me consagré a la Virgen el 19 de Marzo de 1952 en la calle "Los Madrazos"), Juan Bautista.

Preparas una mesa ante mi

Me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa

tu bondad y tu misericordia, me acompaña todos los dias de mi vida

Y habitaré en la casa del Señor

Por años sin termino

Bendigo al Señor en todo momento

Mi Madre me envuelve las manos recién consagradas con el Crisma, con la cinta confeccionada por las religiosas Salesas de Santander

su alabanza está siempre en mi boca

Mi alma se gloria en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren

Proclamad conmigo la grandeza del Señor Ensalcemos juntos su nombre

Gustad y ved que bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él

Mi tía Pepita Iturriaga

Imposición de manos de Joaquin Múzquiz SJ, Segundo Iparraguirre (derecha), P. Jesus (Izquierda) y Juan Bautista

Mi tío Ángel

Mi papá emocionado; me acompaña el Padre Jose Maria Lasierra

Al Final de la ceremonia damos gracias por el don recibido con el obispo y ministros que me acompañan. La casulla que utilicé tiene la pintura de "La Inmaculada de Murillo", como comunión con María que me llevó a Cristo y me acompañó durante todos los años hasta llegar al Ministerio Sacerdotal.

Gebrié (De izquierda a derecha) Padre Lasierra, hermano Alfredo, mi madre, mi padre, tía Lolita, tía Licha, yo, Miguel Ángel de rodillas

en las Oblatas de Cristo Sacerdote (De izquierda a derecha); tía Lolita, Mercedes, tía Pepita, Yo, mi madre, mi tía Socorrin y Juan Monleón

Mi padre, mi madre, mi hermano, Fernando Castellá (Jesuíta, compañero del colegio de la Sagrada familia y de la Congregación Mariana de los "KosKas"), mi primo Mariano, la señora de Gebrié, mi tío Mariano y amigos en a la salida de la capilla de mi ordenación como sacerdote.

Juan Monleón y yo
Me ordené precisamente en Madrid porque mi familia, vivía allí; entonces todo se centró en buscar un obispo (Monseñor García Lahiguera,que fue Director Espiritual del Seminario de Madrid y fundador de “Las Oblatas de Cristo sacerdote”), con el que pudiera ordenarme.
El sitio donde se realizó esta ceremonia fue en la capilla que tenían “Las Oblatas de Cristo sacerdote”; ese día estuve acompañado de mis padres, mi hermano, mi familia y sobretodo un gran número de sacerdotes entre los cuales se encontraban Sacramentinos del noviciado escolasticado; al igual que el padre Joaquín Múzquiz sj quien fue mi director espiritual..
Este día fue muy especial, pues gracias a la compañía de María, pude dar este paso definitivo en mi vida.
Recuerdo que cuando me pusieron las manos, la palabra
que salió de mi corazón y mis labios fue: “María”. María que me había acompañado siempre, María que es modelo de la Iglesia, María que es la madre que tiene que formar a Jesucristo en mí, porque ella formó por obra y gracia del Espíritu Santo a Cristo de sus entrañas y el es la cabeza del cuerpo místico.
De igual manera este día, fue de gran alegría para todos mis familiares y yo la sentí realmente y a través de mi llegó a toda mi familia, que nos sentiamos felices del amor derramado por Dios a través de María.
Los Ejercicios Espirituales en mi vida han tenido una importancia grande, ahora después que me he jubilado me he podido dedicar plenamente a ellos, dando muchas tandas de este tipo de ejercicios a jóvenes, matrimonios y religiosas sobretodo.
Ante mi ordenación como sacerdote me enfrenté a la duda; no de mi vocación del amor a la Eucaristía, sino de permanecer en los Sacramentinos, aunque finalmente ellos fueren el paso decisivo para mi propia ordenación, ya que uno de los directores espirituales de allí fue quien me aconsejó que dado de que no había duda de mi llamada a la Eucaristía y al sacerdocio podría ordenarme de sacerdote y procurar vivir esos años en los Sacramentinos para así hacer un discernimiento serio; ese fue el motivo que me dio mucha paz para poder afrontar la ordenación dentro de la Congregación de los Sacramentinos.