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CONGREGACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

En la Congregación de los Koskas de Madrid,  con el Padre Joaquín Múzquiz,sj y el ambiente de juventud que vivíamos los que formábamos parte de la Congregación Mariana donde he tenido muy buenos amigos y empecé mi catequesis.; Comenzó el acercamiento mayor al Señor, a través de María.


El momento en que sentí la llamada para ser sacerdote, fue durante los ratos de oración que en las misas que celebraban los Sacramentinos,  a las cuales asistía y en las que notaba, que luego de terminar, se exponía al Santísimo y los sacerdotes sacramentinos, se turnaban cada hora para adorarlo.


Yo empecé a tener una intimidad con el Señor por medio de la Eucaristía; que fue creciendo, hasta que hubo un momento en que sentí el llamado, y al recibirlo lo comuniqué al padre Joaquín Múzquiz sj. Él, que había tenido la ilusión de que yo fuera Jesuita, sin embargo facilitó el que yo me encontrara con los Sacramentinos ya que él desconocía el carisma propio de esa Congregación Religiosa.


Y así comencé yo a encontrarme con los Sacramentinos que fueron una luz para mi vida, recuerdo mucho algunas personas como el padre Manuel Oyarbide y el padre Luis Baigorri, quien me cautivó por su jovialidad y trato con los jóvenes y por su formación literaria (ha escrito varios libros), ha sido un referente dentro de mi vida sacramentina, al principio y al final de ella, tuvimos una relación cordial de mutua admiración, cuando ya era sacerdote sacramentino.

 
 

Cuando le comuniqué a mi padre, de que yo sentía mi vocación a ser sacerdote sacramentino, él no se opuso pero me dejó claro que no era el momento porque tenía que terminar el bachillerato; efectivamente ahora yo agradezco esa visión que tuvo mi padre sobre los pasos previos a entrar en la vida religiosa, porque terminé el bachillerato y me preparé para entrar en la Universidad; una vez terminados mis estudios, orienté mi vida  al noviciado de los padres sacramentinos que se encontraba en Tolosa (Guipuzcua).

 

Cuando emprendí el viaje en barco con mi primo Antonio Aguilar hacia San Sebastián, A través del mar Cantábrico recuerdo esos momentos que han quedado en mi memoria y que en su momento me pareció la despedida que los misioneros realizan cuando se van a lejanas tierras por amor del Señor a evangelizar a hermanos que les esperan.

 

Con el transcurso de los años he visto esto realizado al final de mi vida cuando he salido de España para residir y vivir en Colombia en la misión que me han encomendado.

 

Llegué a los Sacramentinos y comencé una vida de noviciado, donde había muchos contrastes, porque existía un colegio y los compañeros que tuve allí eran más jóvenes que yo, algunos venían de caceríos vascos y por ende no sabían muy bien el español; esas fueron las primeras dificultades de comunicación, pero ahí continué hasta que fui sometiendo mi voluntad para así darme cuenta si ese era mi sitio; todo esto gracias a los Ejercicios Espirituales que se realizaban allí. Por una parte la vocación estaba clara al Sacerdocio y a la Eucaristía, pero por otra, el entorno se tornaba culturalmente distinto, comparado con el que yo estaba acostumbrado a vivir, pese a que poseo un apellido vasco (Iturriaga) gracias a mi bisabuelo que también lo era y sentía una atracción especial por el entorno cultural vasco, pero no politico.

 

Después de estar mucho tiempo en los Sacramentinos, fui sometido a una gran prueba, pues se me impuso que prestara el servicio militar como Capellán Castrense por ser español dentro de los 5 compañeros que podrían haberlo sido, los cuales eran vascos. En ese momento empecé a reflexionar si las dudas que siempre habia tenido en mi vida religiosa de continuar en la Congregación de los Sacramentinos y se lo dije a los superiores, dándoles la noticia de que yo no iba a continuar dadas las limitaciones políticas y religiosas que se daban.

 

Esta es una experiencia que siempre recordaré, siempre agradeceré a Dios y a ellos por todo lo que me han dado, sigo teniendo muchos y buenos compañeros, pido por ellos y me siento integrado espiritualmente a los Sacramentinos porque la adoración de día y de noche también la suelo hacer y me ayuda enormemente a mi vida sacerdotal.

NAVACERRADA

Desde el principio de mi pastoral en el barrio de San Blas, en la parroquia de San Joaquín, se centró en los jóvenes y sus familias.
A través de la creación de un equipo de futbol y de excursiones donde padres e hijos compartían, se conocían las familias y se iba creando lo que después ha sido una gran comunidad.
La primera excursión tiene una importancia en la vida y en el recuerdo de  todos, porque no solo acudieron el Grupo Juvenil, sino que también estuvieron presentes el padre Iluminado Sanz que era mi Vicario Parroquial, el padre José Varas párroco de La Candelaria, el cual, como no tenia iglesia todavía, me ayudaba los Domingos y fiestas en la parroquia de San  Joaquín y en esta excursión tuvimos la alegría de que su padre Ciriaco compartiera la alegría de sus años con los más jóvenes .

 

EN LA VEJES Y EN LAS CANAS NO ME OLVIDES SEÑOR P. S 70

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© por TOMÁS ITURRIAGA PLAZA

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