Mi llegada a Colombia en el año 2000 después del terremoto con el padre Pedro Jorquera en el mes de Agosto, fue la raíz y el motivo de seguir la llamada a ayudar a los niños en familias de escasos recursos y algunas a consecuencia del terremoto motivaron tanto al padre Pedro como a mí  para así buscar padres adoptivos para niños/as y  brindarles lo que mas necesitaban, a la vuelta a Madrid ya estaba yo en la parroquia de la Encarnación como adscrito a consecuencia de mi jubilación como sacerdote para proseguir trabajando con Jiampi que es la asociación a la que habíamos acudido por invitación del padre Hernando su fundador, procuramos sensibilizar a los padres de Bilbao y Madrid consiguiendo un grupo numeroso para ayudar a unos 50 niños y jóvenes y así fue como vnculo de Comunión, gracias a ellos comencé a meterme a mi edad en el ordenador y así tener una relación de niños y personas de una manera propia  y eficaz.

En la misa que yo celebraba advertí la llegada de chicos y chicas emigrantes, el haber estado en Colombia motivó una tensión y preocupación sobre ellos por esa sensibilidad misionera que comenzaba a circular por mis venas, pronto se juntaron chicos y chicas con los que comencé a relacionarme primero y a vincularme después para  visitarles y a organizar almuerzos en casa donde cada grupo según su arte culinario preparaban el almuerzo; había jóvenes de Uruguay, Paraguay, Argentina y Colombia cuyas vidas empezamos a relacionarlas desde nuestra fe cristiana.

 Eran jóvenes creyentes en su mayoría  fieles, los que iban a la misa dominical, entre ellos  no puedo olvidar las primeros jóvenes con los que formamos el primer grupo: Raquel, Lourdes, Graciela, Hernando, Roque, Vicente y algunos más, los cuales me hacían una grata compañía sobre todo en las fiestas de la Navidad ya que con su presencia alegraban mi vida y  sentíamos  la bendición de Dios con su presencia en medio de nosotros, los cual para ellos era su mayor tesoro.