En “La Sagrada Familia” yo estudié el bachillerato y los distintos cursos los aprobé gracias a Dios con trabajo, teníamos buenos profesores en todas las materias y sobre todo había algunas que me gustaban más que otras como lo fueron: la literatura y la historia donde siempre saqué buenas notas; la parte de ciencias me costaba un poco más, pero también la pude superar.

Antes de haber aprobado el bachillerato escrito y oral, le dejé claro a mi padre que había sentido yo el llamado a ser sacerdote, pero a la vez quería pertenecer a los Sacramentinos que tenían la iglesia al lado de mi casa, en ese lugar celebraban la misa, el Santísimo estaba expuesto, donde yo pasaba largos ratos haciendo oración y ahí fui adquiriendo la costumbre de los sSacramentinos quienes se turnaban en la adoración del Santísimo en el día, de tal manera que sintiendo ese llamado, lo comuniqué a mis padres, los cuales no se opusieron, pero con la condición de que terminara el bachillerato; fue una decisión sabia que yo agradezco efectivamente porque pude entrar en la universidad y ser un profesional.

Recuerdo uno de aquellos veranos en Santander con toda mi familia en una barca, dirigiéndonos a las playas de Somo y la pasábamos muy bien, esto se repitió cada año durante tres años seguidos, antes de marcharme yo a los Sacramentinos.
En mi viaje a los Sacramentinos me acompañó mi primo Antonio Aguilar en una travesía en un barco que tenía carga, al igual que pasajeros desde Santander hasta San Sebastián, fue una marcha muy hermosa con despedidas desde la bahía  y desde la casa de mis abuelos.