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Me decía monseñor Fabio, obispo hasta hace poco de Armenia, Quindío: “Las navidades de Colombia son las más bellas del mundo”.

Cuando llegué para celebrar las primeras navidades… Estaba expectante y lleno de curiosidad, hasta que poco a poco se fue descubriendo el misterio de las navidades colombianas; las casa iluminadas, los pesebres en casi todos los hogares acomodados o pobres hacían de Colombia el país de la luz y de la esperanza.

Me impresionó enormemente el que las navidades comenzaran dos mese antes, donde el clima de navidad lleno de alegría y luz contagiaba a todo el mundo.

Me sentí envuelto por una sensación de estar en un mundo desconocido donde se celebraba la navidad, y en donde parecía que hubiera desaparecido la guerra, el hambre, la discriminación, la venganza, los intereses creados y uno deseaba que lo que había vivido siendo niño en el país de origen no ocurriera en esta bendita tierra de Colombia.

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Me sentí feliz de celebrar con los formadores de Jiampi, donde el amor de Dios hizo posible que participáramos todos en la Eucaristía.