Mi padre deseaba un hijo; la costumbre de que los primogénitos de nuestra familia se les pusiera el nombre de Tomás, viene como se puede ver, de mi bisabuelo, él esperaba tener un hijo que fuere el Tomás cuarto; mi nacimiento para él, como para mi madre fue de  inmensa alegría.

La relación con mi papá desde que tengo uso de razón, es la de un padre que me acompañó en mi niñez y pre adolescencia de un modo único.

Me dio lo mejor de sí mismo, me proporcionó alegrías que nunca olvidaré; en los reyes de cada año, me preparaba para recibirles, ya  que venían cargados de juguetes, nunca olvidaré el regalo de la "guardia mora de Franco en soldaditos de plomo”.

Viendo a mis padres leer y gracias a que mi padre me facilitaba pequeñas historietas desde chico, hasta el día de hoy soy un empedernido lector, no puedo pasar un día sin leer algunas páginas de libros que me atraen y no es extraño que esté leyendo varios libros a la vez de distintos temas, hoy después de mis 70 años el placer mayor es la lectura y la música clásica, siempre recordaré los cuadernos de “Flas Gordon”, donde aparecían todos los inventos que después hemos podido gozar, como la TV, las armas sicodélicas y los viajes por otros planetas.

Mi papá me dió lo mejor de sí mismo, procurándome educar en lo humano y religioso, nunca me maltrató físicamente y el dolor mayor que experimenté con relación a él, fue cuando le presenté unas malas notas en el colegio de la Sagrada Familia, “hijo crees que estas notas son las que debes de presentar a tus padres que con esfuerzo te están dando un a formación y tu respondes así”; aquello quedo grabado en mi de tal forma que nunca más le presenté malas notas y me esforcé en mis responsabilidades, en mi formación humana y religiosa.